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lunes, 5 de diciembre de 2011

Defensas

Allí arriba, con el sol siendo axfixsiado por las nubes, esa gruesa manta gris que cubre el cielo. Ahogando los gritos de las estrellas y explotando en lágrimas transparentes, o, dicho más sencillamente, un día de lluvia.
La atmósfera es tangible, y el aire que respito pesa cada vez más, las horas se deslizan en una fría habitación mientras me pregunto cómo habría sido mi vida si mi personalidad hubiera sido diferente, si hubiera tomado otras decisiones, si mis pensamientos tuvieran otras formas y colores.
Las miradas también pesan, me persiguen como lobos hambrientos, como dardos persiguiendo su objetivo, el centro de la diana.
Preguntas y más preguntas, quien las hace no quiere oír la respuesta, sólo clavarlas en mí, él sonríe.
Sin embargo mi coraza es impenetrable, no entra ni lo bueno ni lo malo, no siento nada, no pueden hacer nada contra mi armadura de acero y mi máscara de piedra, tan inexpresiva como la roca que la compone, fría.
Recibo estocadas por todas partes, sables vuelan en mi dirección, balas buscan un punto débil y explosiones ruidosas tratan de romper mi escudo, no pueden.
Promesas vanas, gritos de furia, insultos, palabras que pudieron herirme alguna vez, no ahora. 
Escudo impenetrable, fría armadura, fuerte como el diamante, la victoria me sonríe, con esa mirada que dice que al siguiente segundo no estará conmigo.

1 comentario:

  1. Escribes muy bien, sobre todo el primer párrafo describiendo la lluvia me ha dejado impresionada...pero no podemos poner un escudo sin dejar entrar las buenas experiencias, así te pierdes muchas vivencias hermosas...aunque comprendo que a veces no queramos saber nada para que no nos hagan daño...besossss y Feliz Navidad.

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